Cobertura de seguros en Italia
(Por Associazione Consumatori Piemonte )
LEGISLACIÓN ITALIANA, LEY Y PROBLEMAS SOBRE SEGUROS Y RESPONSABILIDAD
CIVIL
Índice
1. Ley italiana sobre contratos de seguro que cubren la responsabilidad
- el código civil
2. El seguro obligatorio para la circulación de vehículos
- ¿qué sucede si hay un accidente de coche?
3. Ley y realidad - un partido duro en un mercado no tan libre
4. Intentos de solucionar los problemas y asuntos eternos - los
últimos años
1. Ley italiana sobre los contratos de seguro que cubren la responsabilidad
- el código civil.
En Italia, como en muchos otros países modernos, los seguros
de accidentes se han desarrollado más y más desde
que Lloyds abrió su primera oficina en Londres hace siglos.
Hoy en día, el uso de corporaciones, empresas y profesionales
para protegerse de accidentes empresariales firmando contratos de
seguro con tanta facilidad era absolutamente imprevisible cuando
Inglaterra rizó el rizo y el proceso de globalización
empezaba gracias a un número pequeño de hombres del
hierro a bordo de sus naves de madera.
Pero ahora, también los ciudadanos privados, no relacionados
directamente con el comercio o la industria, son llamados en ocasiones
para firmar contratos de seguros. Después de un largo camino
ahora estamos acostumbrados a llamarles consumidores. Y es la dura
realidad de los consumidores de servicios de seguros los que examinamos
aquí y ahora.
De acuerdo con el sistema legal italiano, el seguro es un contrato,
regulado por el Código Civil. La idea napoleónica
de un código de comercio separado ya no existe desde 1942,
cuando todas las reglas del Código de Comercio de 1865 fueron
incluidas en el nuevo Código Civil aprobado ese año,
en tiempo de guerra. En este crisol, la categoría entera
de contratos comerciales, esos contratos que entendíamos
típicos de empresas y profesionales, desaparece. Es tiempo
ahora para todos de tener acceso a todos los contratos regulados
por la ley, y entre ellos el contrato de seguros. Como siempre,
de todas formas, la sociedad ha ido por delante y la nueva ley solo
ha hecho que reconocer una situación de hecho. Incendios,
robos, accidentes de coche eran riesgos incluso para los particulares.
Los seguros fueron la solución ideal. En los mismos años,
la idea de un seguro obligatorio por ley para cubrir determinados
accidentes amenazando de una manera fuerte el desarrollo ordinario
de la sociedad moderna, ha nacido ya. En 1993 el gobierno totalitario
crea el INAIL, un poderoso seguro público de accidentes de
trabajo. Las empresas fueron obligadas a declarar al Instituto el
número y el nombre de todos sus trabajadores, y contribuir
con sus fondos en proporción a los salarios que les pagaban
a los empleados (no sin la contribución de los mismos trabajadores).
Así que cuando el nuevo Código Civil se aprobó
en 1942, los principios y normas reguladoras de los contratos típicos
de seguros fueron bastante consolidados. Bastante en el fondo, considerando
lo poco que los nuevos artículos han cambiado en más
de 60 años de uso. Pero, y veremos, que cambios terroríficos
en la sociedad italiana no pueden pasar desapercibidos en el mercado
de seguros. La legislación y la ley han ido cambiando, pero
no han cambiado mucho los principios básicos sino las leyes
específicas que se han decretado para regular los nuevos
aspectos de la realidad que era imposible prever cuando se redactaba
el Código Civil.
Entonces veamos qué es lo que abogados y ciudadanos pueden
encontrar en el código civil, en los artículos 1882
y siguientes, sobre contratos de seguro. Centraremos nuestra investigación
en los límites de los seguros que cubren los daños
provocados por un accidente en una situación de riesgo. La
ley italiana establece una segunda clase de seguros, los que pagan
una prima o una suma en caso de un suceso "relacionado con
la vida humana", por ejemplo la muerte de un padre. Así
pues, los artículos de interés para nuestro propósito
terminan en el artículo 1918; una primera parte, hasta el
artículo 1903, es común a las dos clases de seguro,
mientras que del artículo 1904 hasta el 1918 regulan específicamente
la cobertura de los daños.
El artículo 1882 da una definición general de los
contratos de seguros, que tienen una naturaleza arriesgada. La compañía
de seguros hace una jugada arriesgada sobre un posible accidente
del asegurado: si el accidente tiene lugar, el asegurador perderá
lo jugado y pagará la suma de dinero. Si no, la compañía
ganará y se quedará con la suma de dinero que el asegurado
le tenía que dar.
De todas formas, dada la idea que un seguro no es un simple juego,
y que el Estado no quiere potenciar el juego, muchas otras normas
se han pensado para limitar la parte de juego. Pero cual es la otra
parte, la fomentada Por supuesto, es la transferencia de riesgo.
El posible accidente no es un suceso como otro cualquiera: es un
infortunio realizar un riesgo concreto que incluya al asegurado
( o tercera persona a favor de quien se contrata el seguro: art.
1890 y 1891 CC).
Así, la compañía de seguros tiene que ser
fuerte, por dos razones: el lado de juego, y además que tiene
que sobrevivir fácilmente incluso a fuertes pérdidas;
es un tema que toma riesgo por defecto, y que tiene una estructura
articulada para evaluar la probabilidad de realización del
riesgo. El art. 1883 establece que las compañías de
seguros tiene que ser compañías u organismos públicos,
y disposiciones más específicas están detalladas
en otras normas estableciendo que el gobierno es quien autoriza
a las compañías de seguros dados unos determinados
requisitos como unos recursos importantes, parecido a los bancos.
El contrato de seguro tiene que ser por escrito para poder aportar
evidencia en los tribunales (art. 1888 CC). Esto debería
evitar los acuerdos clandestinos que pueden convertir al seguro
en un juego arriesgado.
El asegurado tiene que decir la verdad a la compañía
de seguros sobre los hechos que afectan al riesgo, si no, el contrato
puede ser nulo o cualquier compañía se puede separar
de él (art. 1892 y 1893 CC, también ver art. 1906).
Si no fuera así, el asegurado podría hacer jugadas
arriesgadas y obstaculizar a la compañía de seguros
en sus esfuerzos para calcular el riesgo realizando probabilidades.
Por la misma razón, el asegurado tiene que informar a la
compañía de seguros de cualquier hecho que incrementea
el riesgo (art. 1898 CC).
El contrato no puede durar más de diez años sin dar
el derecho de retirarse a ambas partes después de este periodo
(art. 1899 CC). Esto es porque de otra manera podría resultar
muy duro para la compañía de seguros calcular la probabilidad
de riesgo, convirtiendo el contrato casi en un simple juego.
Si el accidente es provocado por el propio asegurado, la compañía
de seguros no pagará en casos de accidentes derivados de
su descuido o actuación, pero en este caso la culpa tiene
que ser grave ( art. 1900 CC).
Un principio similar se recoge en los arts. 1913, 1914 y 1915:
el asegurado no puede evitar actuar para limitar los daños.
Puede provocar parcialmente el accidente y no está permitido
por razones evidentes. Para limitar los daños implícitos
en primer lugar hay que dar aviso inmediato a la compañía
de seguros de lo que ha sucedido (el plazo está fijado por
la ley, son tres días).
Una limitación parcial de este principio es el art. 1918,
permitiendo el seguro básico contra riesgos derivado de la
responsabilidad civil del asegurado en sí mismo. Examinaremos
con mayor detalle esta clase de seguros, porque es el más
interesante para los ciudadanos en las sociedades modernas, en el
campo de la responsabilidad civil derivada de accidentes automovilísticos.
De todas formas, incluso si aquí hay una acción del
asegurado de determinar un hecho futuro del contrato de seguros,
las acciones determinadas están excluidas.
Un principio fundamental relativo a los contratos de seguros con
cobertura de riesgos se encuentra en el art. 1905 CC: la compañía
de seguros es simplemente responsable dentro de los límites
del daño sufrido por el asegurado: el enriquecimiento no
está permitido por la ley, o el seguro devendría un
juego arriesgado. Esto es cierto independientemente del precio pagado
por el asegurado; por otro lado, está permitido determinar
en el contrato la máxima cantidad que la compañía
de seguros tendrá que pagar, dependiendo del precio pagado
y no tanto del daño sufrido. El mismo principio se encuentra
en los arts. 1908, 1909, 1910 y 1911 del CC: si el objeto del seguro
es un bien tangible la responsabilidad de la compañía
de seguros está limitada en cualquier caso por el valor real
del bien, aún más, si el mismo bien es objeto de más
de un contrato de seguro, en cualquier caso la suma total percibida
por el asegurado no excederá del valor del bien.
En cualquier caso donde una tercera parte es responsable por daños,
la compañía de seguros puede solicitarlo en su propio
favor directamente de la tercera parte (art. 1916 CC). En este sentido
la compañía de seguros asumirá el riesgo de
la acción contraria a la ley, pero los principios generales
de responsabilidad no serán tocados.
Estas son las principales reglas establecidas en el CC: generales,
como siempre, pero que implican sólidos principios, todavía
intocables después de más de sesenta años.
Es cuando entramos en detalle cuando podemos observar la vida real
de la sociedad moderna y los contratos de seguros contra riesgos
dirigidos a los consumidores privados.
2. El seguro obligatorio para la circulación de vehículos
- ¿qué sucede si hay un accidente de coche?
El más importante entre todos los contratos de seguros que
firman los ciudadanos son los contratos con cobertura de riesgos
relativos a la responsabilidad civil a la que están sujetos
los conductores. Conducir se ha convertido en un forma de viajar
popular en Italia en los años cincuenta e incluso más
en los sesenta. Hoy en día, el porcentaje de coches por habitante
es uno de los más altos, incluso en los países civilizados,
potenciado por las políticas públicas que fomentan
el transporte privado en lugar del público (grandes inversiones
en autopistas y carreteras).
Así, el número de accidentes automovilísticos
ha aumentado rápidamente. Problemas sociales, y costes, derivados
de este nuevo riesgo han producido una gran cantidad de legislación:
normas de conducción segura, por supuesto (la Unión
Europea ha fomentado fuertes procesos de uniformidad en este campo),
pero también las normas sobre seguros de responsabilidad
civil derivada de un accidente de coche, determinan un nuevo tipo
de seguro obligatorio, y el primero relacionado con los ciudadanos
no relacionado con su actividad profesional. ¿ Pero por qué
obligar a los conductores a firmar contratos de seguros que cubran
su responsabilidad en caso de accidentes? Sobre este asunto hay
dos corrientes de pensamiento. Según el primero, todo incremento
en los contratos de seguros de responsabilidad civil puede determinar
un incremento de la negligencia: sabiendo que la aseguradora pagará
por ellos se puede inducir a la gente a ser más descuidada
en su propia conducta. Según la segunda, estar desprotegido
de las consecuencias legales de la culpa de otro no tiene mucho
sentido para el comportamiento de la genere, mientras que las consecuencias
sociales de la gente envuelta en accidentes de coche podría
ser peor si no se consiguen compensaciones.
La última de estas ideas ha prevalecido en Italia así
como en todas partes. Las practicas del mercado encuentran incluso
una forma de garantizar parcialmente que los particulares continúan
teniendo un interés propio en una conducción responsable:
el esquema contractual “bonus-malus” de acuerdo al cual
cada año sin accidentes supone una disminución en
el precio del seguro del año siguiente, y viceversa. Incluso
si la fórmula “bonus-malus” no es obligatoria,
y el conductor puede solicitar un contrato donde el precio esté
fijado, tal contrato es más caro con lo cual la gente no
se decide por él.
Así, los seguros de responsabilidad civil derivados de accidentes
de circulación pasan a ser obligatorios, y hoy en día
un vehículo no puede circular sin seguro. El seguro tiene
que cubrir tanto a las personas como a las cosas, hasta una cantidad
determinada. Hay un Acto específico que regula la materia,
al margen del Código de circulación, que es la Ley
990 de 29 de Abril de 1969, posteriormente modificada por la Ley
54 de 26 de Febrero de 1977 y el Decreto Legislativo 173 de 26 de
Mayo de 1997. El artículo primero establece el principio
de obligatoriedad del vehículo individual- base del seguro.
En este sentido, cada vehículo está cubierto por un
seguro con independencia de quien lo conduce, e incluso si conduce
sin el permiso del propietario. Cuando se firma el contrato, la
compañía de seguros de acuerdo a los principios generales
de la ley civil podría ser responsable frente al asegurado.
Además la compañía aseguradora tiene que pagar
a la tercera persona incluso en los caos en que su propia responsabilidad
hacia el cliente este limitada por el acuerdo (en límites
fijada por la ley). En tales casos, la compañía de
seguros tendrá una acción de repercusión a
su cliente.
¿Pero qué pasa cuando un accidente es provocado por
un vehículo que no está asegurado o que escapa y no
puede ser identificado, o incluso que está cubierto por una
compañía que se va a la ruina? Los arts. 19 a 21 establecen
la creación de un fondo de garantía, que cubra la
mayoría de estos casos (accidentes mortales, lesiones graves
o permanentes en accidentes). Según el art. 31 el fondo es
constituido gracias a un porcentaje de cada contrato individual
de seguros de responsabilidad civil automovilística que se
firma. Así, que cada compañía de seguros autorizada
contribuye al fondo, y tiene que hacerlo por un periodo de tres
años. Según el art. 29, la compañía
de seguros tiene una acción legal para dirigir la acción
al responsable del accidente no cubierto por el seguro o no identificado
o contra la compañía de seguros envuelta en un proceso
de bancarrota. Los artículos 22-26 de la ley 990/1969 regulan
los procedimientos de devolución y su fase judicial. Para
evitar procedimientos judiciales innecesarios, la acción
puede ser satisfecha solamente después que una petición
formal de consolidación se envía a la compañía
de seguros y pasan sesenta días desde su recepción
(artículo 22). El artículo 23 prevé la implicación
necesaria, en el procedimiento judicial iniciado por la tercera
parte contra la compañía de seguros, de la persona
responsable civilmente cubierta por el seguro. Finalmente, el artículo
24 permite al juez asignar una suma provisional a la persona dañada
que alega y demuestra estar en un estado de la necesidad urgente.
Estas reglas fueron seguramente un progreso importante para toda
la gente implicada en un accidente de coche, y es incuestionable
que hoy en día la obligatoriedad del seguro de responsabilidad
civil de accidentes de coche es absolutamente necesaria en la sociedad
italiana moderna. Incluso así, los problemas aumentan dado
que la circulación de vehículos ha incrementado más
y más hasta hoy, con graves consecuencias en el número
de accidentes.
3. Ley y realidad - un partido duro en un mercado no tan libre
Ahora veamos qué se está revelando como incorrecto
sobre el seguro obligatorio para los daños originados por
la circulación de vehículos. Es siempre difícil
decir quién tiene la culpa de ser el primero en romper los
acuerdos sociales no expresos, y es justo el caso de la relación
entre las compañías de seguros y los consumidores
privados. De todas formas, la realidad de tal relación es
hoy en día particularmente mala, y todavía tenemos
que examinar la situación que comienza en uno de los dos
lados y termina en el otro. Así pues, una cosa a tener en
cuenta es que muchos accidentes, en Italia por lo menos, han resultado
ser accidentes falsos, es decir que hay muchos fraudes contra las
aseguradoras. A menor nivel, los accidentes verdaderos han sido
a menudo el punto de partida para pedir un reembolso mayor que el
correcto. Este estado de las cosas, desde el punto de vista de las
aseguradoras, hace este tipo de seguros no rentables en comparación
con otros. La asociación nacional italiana de compañías
de seguros (A.N.I.A.) ha culpado siempre a los fraudes pequeños
y más grandes para justificar la hostilidad del lado de las
compañías en la compensación de los daños.
Tal hostilidad se ha revelado desde hace tiempo en procedimientos
de pago no finalizados más que por controles eficaces, con
el resultado de dañar más a la gente sin preparación
y honesta que en una necesidad de combatir a los verdaderos impostores.
Por otra parte, estaba el tema de los precios.
Los precios han sido regulados durante mucho tiempo indirectamente
por la ley, debido a la relevancia que todo el sector asume con
la Ley 990/1969. En los setenta y ochenta las compañías
de seguros contrataban con los gobiernos pidiendo incrementos; por
ley, ellos no podían negarse a firmar un contrato si lo solicitaba
el propietario de un vehículo, y sufrieron grandes pérdidas,
con posibles efectos en todo el mercado de seguros y en definitiva
en la economía nacional. Las compañías de seguros,
como los bancos, eran grandes inversores en la industria nacional
y ha sido siempre fácil para ellos amenazar con retirarse.
Así que, los gobiernos aceptaban las exigencias de las aseguradoras,
y los precios crecieron, ayudados también por un incremento
general en esas dos décadas. Con el paso del tiempo, la libertad
de mercado llega a este sector también. Las políticas
de la Unión Europea anteriores y posteriores al Tratado de
Maastricht apoyan el libre mercado en todos los sectores de la economía
de los estados miembros. Sobre seguros, el mercado italiano estaba
bastante cerrado y fue bastante difícil para las compañías
extranjeras tener acceso a él y llegar al consumidor italiano.
De todas formas, el sistema de precios cerrados, con el gobierno
determinando los precios de acuerdo a los principios generales de
la ley y la confrontación con las compañías
de seguros (nacionales), era algo bastante diferente a los objetivos
de la Unión Europea. Fue pronto claro que este sistema tenía
que cambiar completamente, y que la liberalización de los
precios era un paso necesario para la unificación con el
mercado europeo. Fueron momentos de entusiasmo. Todo parecía
bien, se dijo que la liberalización produciría una
bajada de precios, argumentando que el libre mercado y la competencia
entre las empresas italianas y las nuevas empresas extranjeras tendría
efectos positivos para los consumidores. No fue durante mucho tiempo
cierto que cuando un servicio tenía que ser obligatorio para
los individuos tenía que ser controlado por el gobierno.
Pero las cosas fueron por un camino diferente. En los años
noventa, todas las grandes corporaciones aumentaron sus precios
como no había sucedido antes, en el sistema de mercado regulado.
Las razones declaradas por las empresas y por ANIA eran siempre
las mismas: la no-rentabilidad del mercado debido al alto número
de accidentes y los grandes y pequeños fraudes. En el caso
específico y más importante de accidentes con heridas
leves se criticó también la actitud de médicos
italianos que reconocían casi siempre un pequeño coeficiente
de invalidez (1-3%), lo que incrementaba considerablemente los costes.
Además, durante mucho tiempo hubo una gran incertidumbre
acerca de cómo calcular la cantidad de dinero necesaria para
compensar el daño sufrido, lo que incrementó los costes
de litigación. Por otro lado, se vio que malas organizaciones
estaban presentes en las compañías de seguros y especialmente
en oficinas relacionadas con la responsabilidad civil en accidentes
de coche, y esto fue el hecho fundamental para el incremento de
precios. A menudo como sucede en las oficinas públicas italianas,
la falta de tecnología y el número excesivo de empleados
( y salarios) estaban presentes en las compañías de
seguros también. Un papel importante en la consecución
de altos beneficios fue jugado por personas ajenas y profesionales
trabajando en sectores relacionados con los accidentes de coches
(psicólogos, abogados, mecánicos y tasadores). Pero
incluso esto no fue suficiente para explicar completamente el increíble
aumento de los precios. Sospechas sobre acuerdos clandestinos entre
las principales compañías aseguradoras contra la consecución
de un verdadero mercado libre y manteniendo beneficios mayores que
lo normal fueron creciendo al mismo tiempo que los precios.
Pronto los precios fueron más altos que en cualquier otro
país de Europa; las compañías de seguros dijeron
que incluso esto era debidos particularmente al gran número
de accidentes fraudes en Italia. Los procedimientos de compensación
continuaban siendo muy largos. Sin un abogado pidiendo una respuesta
formal y amenazando con procedimientos legales todo el tiempo, incluso
simples casos continuaban esperando meses e incluso años.
Los procedimientos legales continuaban siendo necesarios, aun si
no debería ser así, y eran largos y caros. Cuando
había un daño físico a una persona era frecuente
intentar seguir un procedimiento criminal contra el conductor para
hacer presión a la compañía de seguros, pero
amenazando directamente al asegurado de la posible condena criminal.
Por otra parte, demostró ser especialmente difícil
conseguir una pronta y eficaz compensación del fondo de garantía,
gestionado negligentemente por la compañía de seguros,
incluso en casos donde era muy necesario.
Conforme acababa el siglo, estaba claro para todos por lo menos
que la situación era crítica. Ahora era el momento
para las autoridades públicas de intervenir de nuevo, incluso
en el nuevo contexto de un sistema de "mercado libre"
en un contexto europeo abierto.
4. Intentos de solucionar los problemas y asuntos eternos - los
últimos años
La situación de los precios en los contratos de seguro,
con la llegada del nuevo siglo, se empeoraba para los consumidores
privados. En comparación con el sistema regulado del mercado,
ahora había muchas más clases de ofertas: los precios
podrían ahora ser diferentes no solo sobre la base del "bones-malus",
sino también en lo referente a la edad y al tipo de contratista
(las mujeres son favorecidas al considerárseles conductoras
más cuidadosas que los hombres) y a la región de origen.
Por otra parte, algunas grandes compañías extranjeras
habían entrado en el mercado y una nueva categoría
de compañías "baratas" surgió: las
llamadas "compañías-teléfono", que
redujeron los costes eliminando la necesidad de una oficina tradicional,
con paredes, estructuras y empleados. Ahora es posible tener relación
con la propia compañía de seguros por teléfono,
o e-mail.
Así, bastante impredecible, la tasa efectiva anual de precios
incrementó en el año 2000 y 2001 entre un 50 y un
120% más que el año anterior. Y a esto le siguió
un periodo de crecimiento, no de estancamiento. En 1999 el gobierno
D’Alema reaccionó a la subida considerable de precios
congelando por decreto los incrementos del año siguiente.
Este tipo de decisiones, criticadas como ejemplo del sistema regulado
de mercado, no ayudó: al año siguiente el incremento
fue incluso mayor que antes…
No fue hasta bastante tiempo después que la autoridad nacional
para el mercado libre abrió una investigación en todo
el sector. Los resultados confirmaron las peores sospechas. Se descubrió
la existencia de una base de datos, compartida entre las principales
compañías aseguradoras, usada para determinar los
precios de una manera uniforme y predeterminada. Grandes sanciones
golpearon a todas las compañías, y los procesos judiciales
seguidos confirmaron las determinaciones de la Autoridad.
En los mismos años, una nueva Ley fue promulgada por el
Parlamento, intentando regular otros aspectos del problema. Era
la Ley 57 de 5 de Marzo de 2001. El tema de los precios fue regulado
con transparencia, respeto a la filosofía del libre mercado.
Las compañías de seguros fueron compelidas a declarar
los precios aplicados a las nueve categorías de consumidores
y empresas especificadas en el art. 1 (edad, tipo y clase de coche
fueron los elementos que se tuvieron en consideración). Estos
precios ahora tienen que ser publicados y estar visibles para los
consumidores en las agencias de seguros. Además, tienen que
comunicar con antelación a la autoridad nacional de estudio
de los seguros (ISVAP) y al Consejo Nacional de Consumidores (CNCU).
ISVAP gano más poder (artículo 2).
La nueva ley estaba orientada a la solución de problemas:
normas específicas para temas específicos, no pretendían
regular el sistema completo. Al margen del tema de los precios la
otra cuestión a resolver fue la extensión exhaustiva
de los procesos de compensación. El artículo 3 garantiza
al consumidor el derecho a tener acceso a los actos finales del
procedimiento, en el marco de que es proporcionado por los organismos
públicos por la Ley 241 de 1990. Finalmente el artículo
5 establece un plazo de sesenta días para finalizar el proceso
de devolución en los casos más sencillos ( no hay
daño a terceros, demandas presentadas cumplimentando los
formularios legales), o de noventa días desde la recepción
de los documentos médicos en caso de accidentes con daño
físico a personas. El tema de la determinación de
la cantidad de dinero a pagar como compensación de los daños
físicos fue por primera vez solucionado por la ley, incluso
para los daños menores ( hasta un 9% de incapacidad permanente).
Y ¿ ahora qué? El enfoque de la ley 57 era bueno,
pero insuficiente. Además, los problemas de imposición
todavía hacían algunas de las nuevas provisiones inefectivas,
especialmente en el sur y en las grandes ciudades. Y los precios,
incluso después de la intervención de la Autoridad
Nacional, continuaban siendo mayores que en otros países
europeos. El sistema de libre mercado es todavía incontestable,
como lo es la obligatoriedad de los seguros de responsabilidad civil
derivados de accidentes de coche. En todo caso, estos dos principios
parecen ser contradictorios y compelen a la autoridad pública
a buscar nuevos caminos para limitar la ineficiencia. El mercado
libre, según la teoría económica neoclásica,
debería ser una solución en si misma, y este es el
punto de vista europeo. El mercado libre, de todas formas, en ocasiones
tiene que ser hecho cumplir por el Estado… esta es otra contradicción,
pero cierto. Hoy en día, el mercado libre impone políticas
de seguros a través de cuerpos independientes ( en Italia,
la brigada anticorrupción y el ISVAP), y los dos elementos
necesarios para su efectivo cumplimiento están suficientemente
claros: recursos y poderes para averiguar las violaciones y el poder
de imponer sanciones efectivas. En ambos campos, hay un largo camino
por recorrer.
Último pero no menos importante es el papel destacado que
deben jugar las asociaciones de consumidores. Su primer paso es:
averiguar y denunciar las posibles violaciones, acuerdos contra
el libre mercado y compañías de seguros ineficientes
que contribuyen a hacer de este sector de la economía uno
de las cuestiones primordiales a resolver. Esto debería ser
el punto de partida de las actividades sucesivas de las organizaciones
independientes, a menudo tímidas para empezar procedimientos
de investigación cuando todavía la opinión
pública no los considera como problema de primera envergadura
de la agenda nacional.
|